Por Liliana Fernández
Los estado-nación se formaron con un discurso ideológico liberal que inducía a sus ciudadanos a percibirse como miembros de una misma etnia, una misma nación. En ese sentido, la escuela como institución del Estado asumió la función de garantizar la unidad lingüística, por ejemplo, y sostener la construcción de una ciudadanía nacional basada en una herencia cultural compartida, en la cual se niega la historia de otras potenciales naciones consideradas menos civilizadas, más tradicionales como la de los ashéninkas pajonalinos.
No existe una política educativa específica y localizada para los pueblos amazónicos que les permita construir su propia historia y reconocerse como integrantes de una nación multicultural y plurilingüe como es el Perú. Así se explica el hecho de que la Amazonía haya sido visto o aún sea visto por los gobiernos como un inmenso espacio vacío que necesita ser ocupado. Por este tipo de pensamiento, la educación secundaria en el Gran Pajonal es occidental y la actitud de los maestros respecto a sus alumnos es peyorativa en el sentido de que estos son inferiorizados y categorizados como chunchos, paisanos, indígenas o nativos a quienes solo la escuela puede salvar y permitirles ser ciudadanos peruanos.
La educación occidental impone conocimientos, condiciona al educando mediante criterios de evaluación donde se mide el asimiliacionismo cultural mediante la adopción de patrones culturales globalizantes. De esta forma, se niega el conocimiento local. Mediante la escuela, se inculca que la base del progreso y desarrollo personal es la riqueza económica, el ascenso en los niveles educativos y una mejor competencia de la lengua dominante. Esta educación fue la que llegó primero a muchos pueblos indígenas como imposición para “salvarlos”, “civilizarlos” y para que el país pueda salir del subdesarrollo.
La educación en términos formales llega al Gran Pajonal con la colonización a cargo de los misioneros franciscanos quienes no ofrecen sino imponen una educación basaba en la coacción, ya que separan a los niños ashéninkas de sus padres para internarlos en las llamadas misiones que servían como internados para civilizar a los ashéninkas enseñándoles a leer, escribir y adoctrinándolos en la fe católica. Más adelante, con la fundación de Oventeni se crean las escuelas para atender la educación de los hijos de los colonos. No se prohíbe el acceso a la educación a los ashéninkas de manera directa, pero es una educación formal, intolerante y opuesta a su idiosincrasia.
Solo algunos, principalmente hijos de matrimonios mixtos, pueden acceder a esa educación. Incluso en la actualidad, los ashéninkas que estudian el nivel primaria o secundaria en Oventeni son discriminados por su ascendencia u origen que se manifiesta principalmente en su baja competencia del castellano. Dalmolin (2004) sostiene que
A persistente carga de preconceito continua sendo um fator determinante para que sejam mantidas as fronteiras da exclusão dificultando a construção de relações respeitosas, ou seja, o preconceito constitui a maior força contrária à manutenção de valores culturais próprios dos diferentes povos, sobretudo a língua (p. 142).
Los colegios que hay en las comunidades nativas del Gran Pajonal permiten que los jóvenes se encuentren entre ellos en condiciones de igualdad en el sentido de ser todos ashéninkas y que logren un empoderamiento étnico frente a los mestizos que son un grupo minoritario. No obstante, las reglas que imparten los docentes mestizos con criterios citadinos y no interculturales propician que la educación no tenga el alcance deseado ni impacte profundamente el sistema sociocultural en el Gran Pajonal.
El docente no es visto como un aliado, un líder, sino como un extraño, una amenaza para la comunidad: un sujeto a quien se le debe fiscalizar para que asista a clases y cumpla con su rol de enseñar a los alumnos; alguien que puede dejar su cargo en cualquier momento y dejar a los alumnos sin docente; alguien que critica las costumbres locales y que todo el tiempo señala los defectos de los alumnos y les indica qué deben o no deben hacer.
Fuente: Fernández, L. (2017). Construcción identitaria de los jóvenes ashéninkas del Gran Pajonal en el siglo XXI. Pp. 129-131. (Tesis de maestría) UNMSM. Lima.
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