Por Liliana
Fernández Fabián
La construcción de
la identidad se basa en la idea de que el sujeto se ve impuesto a interactuar
en distintos contextos con distintos agentes dándose un choque cultural que
debe ser solapado con el reconocimiento por la diferencia y el respeto mutuo.
En un contexto como la ciudad, los jóvenes indígenas se ven obligados a
desarrollar identidades múltiples en aras de mantener o adquirir un estatus que
les permita interactuar debidamente en los distintos grupos sociales dentro de
los cuales sus actividades se desarrollan. Los espacios de interacción social
determinan la posición de los sujetos e influyen en sus hábitos y elecciones.
Es en estos espacios, donde el individuo pone en práctica estrategias
específicas de socialización que inciden en la construcción de su identidad o
identidades. En ese sentido, la identidad puede estar ligada a la continuidad
de una personalidad previa a su llegada a la ciudad o, lo que ocurre
comúnmente, presentar diversidad, según la conveniencia de la persona. Sin
embargo, este proceso puede llevar al sujeto a perder su real “yo” o esconderlo
del mundo en el cual se desenvuelve si no tiene una identidad cultural arraigada
que lo haga sentirse orgullo de su cultura.
Las identidades
múltiples son un reflejo de la individualidad del sujeto que le permiten hacer
frente al complejo mundo moderno. El sujeto solamente es tal perteneciendo a
una comunidad determinada, así sea esta imaginaria. La “invención” de un lugar
debe entenderse en el mismo sentido general que la idea de la invención de la
tradición. Por eso, los jóvenes que migran a las ciudades por estudios o
trabajo, por ejemplo, dejan de lado su identidad colectiva, étnica, y asumen su
identidad o identidades como constructos que les permiten llevar a cabo sus
proyectos personales. La ciudad le ofrece al migrante distintos ámbitos o
contextos donde tiene que construir una identidad a través de la identificación
de sí mismo en esta nueva sociedad y del rol que desea o puede desempeñar. En
este contexto, los jóvenes desarrollan una identidad individual que puede
fortalecer o debilitar la identidad colectiva del grupo social del cual
provienen, mas no siempre es así. En la ciudad, se han reunido distintos grupos
indígenas que apelan a su identidad étnica para conformar un grupo que represente a su pueblo o autorrepresentarse
como pertenecientes a un pueblo indígena. De este modo, sobre la base de su
identidad primaria, construyen una identidad colectiva que los mantiene unidos
y ligados a sus pueblos originarios.
En
la ciudad, los rasgos culturales que fundamentan una identidad indígena son
menos observables, son subjetivos. Los sujetos no llevan ropas tradicionales,
no hablan su lengua materna sino el castellano, las relaciones sociales son de
otra índole; En consecuencia, la construcción de una identidad étnica en la
ciudad se va a basar en un sistema de representaciones que tendrá elementos de
la cultura originaria: mentalidades, imaginarios, valores, creencias,
sentimientos, etc. Probablemente sea difícil lograr un equilibrio y la
orientación esté dada hacia un cambio, pero esto es cultura, un sistema en
constante cambio, más cuando una determinada sociedad está en contacto con otra
de características distintas influyente en su forma de vida y modo de pensar.
La
identidad siempre será un rasgo distintivo que le permita al individuo representarse
a sí mismo e identificarse como parte de un grupo social. Su importancia es tal
que muchos la consideran un pilar de la vida social, pues esta le permite al
individuo mejorar su autoestima, ser capaz de enfrentar una cultura distinta y
poder elegir libremente qué rasgos culturales ajenos le servirán para su
desenvolvimiento social.
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